Escalada Peligrosa: India y Pakistán

En Conflicto Abierto Tras Ataques Mutuos y Temores de Mayor Intensidad

Una nueva escalada de tensiones ha sacudido la ya volátil frontera entre India y Pakistán tras un reciente ataque de India en territorio paquistaní. La acción militar india, denominada «Operación Sindoor», se produjo en respuesta a una masacre de turistas en la Cachemira administrada por India a finales de abril, de la que Nueva Delhi culpa a grupos militantes con base en Pakistán. Islamabad ha negado cualquier implicación y ha respondido con sus propios ataques, elevando el temor a un conflicto más amplio entre las dos potencias nucleares.

El conflicto actual se enmarca en una disputa histórica por la región de Cachemira que se remonta a la partición de la India británica en 1947. Desde entonces, ambos países han reclamado la totalidad de la región, librando tres guerras por su control. Actualmente, India y Pakistán administran diferentes partes de Cachemira, separadas por una frontera de facto fuertemente militarizada conocida como la Línea de Control (LoC). La presencia de una insurgencia en la Cachemira administrada por India, alimentada en parte por musulmanes cachemires que buscan la unión con Pakistán o la independencia, ha sido una fuente constante de tensión y enfrentamientos fronterizos durante décadas.

La reciente escalada se desencadenó tras un atentado el 22 de abril en la Cachemira india, donde militantes asesinaron a 26 civiles, en su mayoría turistas. India acusó inmediatamente a Pakistán de estar detrás del ataque, una acusación que Islamabad ha negado rotundamente. En represalia, el 7 de mayo de 2025, las Fuerzas Armadas de la India lanzaron una serie de ataques con misiles, denominados «Operación Sindoor», contra nueve ubicaciones en la Cachemira administrada por Pakistán y la provincia pakistaní de Punjab. Según informes, el ataque se llevó a cabo utilizando aviones Rafale de la Fuerza Aérea India, que emplearon misiles SCALP y bombas AASM Hammer durante un lapso de 23 minutos. También se informa del uso de municiones merodeadoras SkyStriker de fabricación indo-israelí. India declaró que la operación tenía como objetivo la infraestructura de los grupos militantes Jaish-e-Mohammed y Lashkar-e-Taiba, y que no se atacaron instalaciones militares pakistaníes.

Pakistán condenó enérgicamente el ataque indio, calificándolo de agresión flagrante. Islamabad respondió con sus propios ataques con misiles y drones contra territorio indio. Pakistán afirmó haber derribado cinco aviones de combate indios, incluidos aviones Rafale, y un vehículo aéreo no tripulado. Un funcionario de inteligencia francés confirmó a CNN que un Rafale indio fue derribado por Pakistán , aunque el ejército francés no hizo comentarios. Reuters informó que fuentes gubernamentales indias no identificadas mencionaron que tres aviones de combate se estrellaron en India por causas desconocidas. Posteriormente, un funcionario estadounidense anónimo declaró a Reuters que evaluaba con «alta confianza» que aviones J-10 pakistaníes habían derribado al menos dos aviones de combate indios, especificando otro funcionario que uno de ellos era un Dassault Rafale. El gobierno indio niega que alguno de sus aviones haya sido derribado.

Pakistán también denunció que los ataques con misiles indios alcanzaron zonas civiles, incluida una mezquita en Muzaffarabad, la capital de la Cachemira administrada por Pakistán, causando la muerte de 31 civiles pakistaníes y heridas a al menos 46. Masood Azhar, líder de Jaish-e-Mohammed, afirmó que diez de sus familiares murieron en los ataques indios, incluidos cinco niños de su familia extendida. El Primer Ministro de Pakistán prometió vengar la sangre de sus «mártires». Tras los ataques indios, Pakistán afirmó que se intensificaron los disparos de artillería y de armas pequeñas a través de la Línea de Control desde el lado pakistaní en áreas de la Cachemira administrada por India como Kupwara, Baramulla, Uri y Akhnoor.

Existe una marcada disparidad en las narrativas de ambos países con respecto a los objetivos y las bajas de los ataques. India sostiene que sus ataques fueron «focalizados, medidos y no escalatorios», dirigidos únicamente contra la infraestructura de grupos terroristas. El Ministro de Defensa de la India afirmó que alrededor de 100 militantes murieron en la operación. Además, India acusó a Pakistán de atacar a la comunidad sij y lugares religiosos. Por otro lado, Pakistán niega su participación en el ataque del 22 de abril y condena los ataques indios como una agresión no provocada. Islamabad insiste en su derecho a responder con firmeza a cualquier ataque militar y acusa a India de atacar a civiles e instalaciones religiosas. Un alto funcionario del gobierno pakistaní informó a CNN que Pakistán aún no ha atacado a India y que está «dando margen a la diplomacia» antes de responder a los ataques indios. Sin embargo, la promesa de venganza del Primer Ministro pakistaní sugiere que esta postura podría ser temporal. La fuerte retórica de ambos lados, con amenazas de represalias y promesas de venganza, alimenta aún más la tensión en la región.

La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada del conflicto entre India y Pakistán, dos naciones con capacidad nuclear. Varios países y organizaciones han hecho un llamado a la calma y a la desescalada de las tensiones. El Secretario de Estado de Estados Unidos conversó con representantes de India y Pakistán, instándolos a mantener abiertas las líneas de comunicación y a evitar una mayor escalada, al tiempo que expresó el apoyo de Estados Unidos al «diálogo directo». El Ministro de Asuntos Exteriores de Irán también pidió moderación a ambas partes y ofreció su mediación en la crisis. Por su parte, Estados Unidos declaró que no se involucrará directamente en el conflicto, pero alentó a ambos países a reducir las tensiones.

El futuro de este conflicto sigue siendo incierto, pero varios escenarios son posibles en las próximas semanas o meses. Una escalada militar adicional es una posibilidad real, especialmente si Pakistán cumple su amenaza de tomar represalias contra instalaciones militares indias. Esto podría llevar a un ciclo de violencia aún más intenso, con India respondiendo con mayor fuerza. El riesgo de errores de cálculo por ambas partes podría tener consecuencias peligrosas e imprevistas. Otro escenario es la continuación de un conflicto convencional limitado, caracterizado por intercambios de disparos de largo alcance o misiles en territorio enemigo, como sugieren algunos analistas. Podrían persistir los ataques con drones y las incursiones transfronterizas a menor escala, con la Línea de Control como el principal foco de enfrentamientos.

También es posible un escenario de estancamiento y alta tensión, en el que no se produzca una escalada importante, pero las tensiones se mantengan elevadas y las alertas militares sean constantes. En este caso, la retórica nacionalista y la desconfianza mutua podrían persistir, con la posibilidad de que incidentes aislados reaviven la escalada en cualquier momento. Si bien la posibilidad de una guerra nuclear a gran escala no puede descartarse por completo, el concepto de Destrucción Mutua Asegurada (MAD) actúa como un fuerte elemento disuasorio. A pesar del riesgo inherente a la posesión de armas nucleares por ambos países, un conflicto nuclear total se considera altamente improbable debido a las catastróficas consecuencias para ambas naciones. Sin embargo, la falta de transparencia en torno a sus capacidades nucleares y la posibilidad de errores de juicio mantienen un riesgo latente.

El papel de la diplomacia será crucial en los próximos meses. Los canales de comunicación indirectos que se han mantenido abiertos son importantes, pero la necesidad de establecer contacto directo entre ambos gobiernos es fundamental para reducir la tensión. La presión internacional y los esfuerzos de mediación podrían desempeñar un papel importante para instar a la moderación. La postura de Estados Unidos y otros actores clave será determinante en este sentido. Además, la influencia de factores externos, como el papel de China como proveedor de armas de Pakistán y el impacto de otros conflictos globales en la atención internacional, podrían influir en la trayectoria del conflicto.

En conclusión, la reciente escalada entre India y Pakistán ha abierto un nuevo y peligroso capítulo en su largo conflicto. La respuesta militar india a la masacre de turistas y la posterior represalia pakistaní han elevado significativamente las tensiones. La larga historia de disputas por Cachemira, combinada con la capacidad nuclear de ambos países, crea una situación extremadamente delicada. Si bien una guerra a gran escala parece improbable en este momento, el riesgo de una mayor escalada debido a errores de cálculo o acciones provocativas es considerable. La comunidad internacional debe seguir de cerca la situación y redoblar los esfuerzos diplomáticos para fomentar la moderación y facilitar el diálogo directo entre India y Pakistán, con el objetivo de evitar una mayor escalada y buscar una solución pacífica y duradera a este conflicto de décadas.

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